El Banco es un municipio en el departamento de Magdalena. Está ubicado en el extremo más meridional del departamento; en la confluencia de los ríos Magdalena y Cesar. Hace parte de la Depresión momposina. Cuenta con 820 km² y 96.643 habitantes aproximadamente.
El territorio es plano y cenagoso. Esta región del departamento forma parte de la llamada Depresión Momposina, la cual esta conformada por tierras bañadas por el río Magdalena, la desembocadura de los ríos Cauca, San Jorge y Cesar (este fluye sus aguas a través de la Ciénaga de Zapatosa, en el municipio de El Banco. tiene el municipio del El Banco apenas dos relieves que son: el Cerro Botillero y El Cerro El Cabrito, donde en este se encuentran instaladas las antenas y estaciones repetidoras de TELECOM e INRAVISION.
A la llegada de los españoles, la región que ocupa El Banco estaba poblada por los indios Chimilas. En febrero de 1747 el español José Fernando de Mier y Guerra, reorganizó la población y le dio el nombre de Nuestra Señora de la Candelaria de El Banco. Fue erigido municipio por la ley 182 de 1871 del Estado Soberano del Magdalena.
En 1536 cuando Gonzalo Jiménez de Quesada usó el Río Magdalena para explorar el interior del país, fundó un poblado al que llamó Barbudo porque encontró según él, una curiosidad genética: los aborígenes del lugar lucían una larga y abundante barba poblada.
En 1541, Melchor de Valdez integrante de la expedición de Jiménez de Quesada, regresaba para Santa Marta cuando vio que el poblado había sido destruido por los aborígenes. Fundó sobre sus restos una población llamada Santiago de Sompayón. Sompayón fue el nombre que los españoles le dieron al vocablo con el que los indígenas designaban a un Indio Barbudo: sompachai. Este último asentamiento también desaparece por los constantes ataques de los aborígenes que tornaron inseguro el lugar.
En 1544, Lorenzo Martín funda otro poblado con el nombre de Tamalameque, para recordar el cacique de ese nombre. Posteriormente el poblado fue trasladado seis leguas más al norte de los restos de Santiago de Sompayón que se habían asentado en tierras del cacique Tamalaguataca, en el lugar donde hoy en día se encuentra el corregimiento de Belén. El poblado nuevamente siguió llamándose Santiago de Sompayón con una población de 40 vecinos y 6 indígenas.
En 1680, José Domingo Ortiz negro liberto de las minas de Loba, bautiza el poblado existente en la confluencia del Cesar y el Magdalena con el nombre de Benkos. Ésta es la única fundación que se reconoce y por eso se festejó el tricentenario en 1980. También por eso una calle de la localidad lleva el nombre de José Domingo Ortiz, hoy calle 5ª.
En 1747, el gobierno de Santa Marta envía a José Fernando de Mier y Guerra para que renombrara o rebautizara el poblado con el pomposo nombre de NUESTRA SEÑORA DE LA CANDELARIA DE EL BANCO. Cuando Mier y Guerra llegó a El Banco, ya existía un poblado de negros libertos que, desde 1680, veneraban la imagen de la Virgen de la Candelaria, la Patrona del pueblo. En este nombre se enlazan la leyenda religiosa, fantástica e histórica, pero resulta extremadamente largo y logra compendiar el sacrificio y trabajo de negros, indios y mestizos por la supervivencia.
Frente a la Catedral está el monumento que conmemora la cruenta batalla fluvial de La Humareda, el 17 de junio de 1885. la cual, fue crucial en la caída del régimen federal de la Constitución de 1863 y favoreció la Carta del 86. Allí las tropas rebeldes derrotaron a las del gobierno, pero a un costo material y humano tan alto que les resultó imposible continuar operando.
A esos hechos, se refirió el poeta bogotano José María Vargas Vila, veterano de La Humareda y ante la tumba de los héroes de la Humareda dejo escrito unas sentidas frases que siguen vigentes:
"El Banco, puerto inmortal, tú guardas las cenizas del más tremendo incendio, los despojos de la más recia borrasca. Tú eres para la patria un altar de recuerdos y de gloria y de enseñanzas sublimes. A ti vendrán las generaciones futuras, para retemplar el patriotismo y cuando quieran aprender que: Sólo se es esclavo si se quiere y si falta valor para morir."
Unos años después de esta batalla, en 1904, un incendio destruyó casi la mitad de las viviendas. Eran los preparativos de las fiestas patronales de Nuestra Señora de la Candelaria, que apenas se reiniciaban después de la guerra de los Mil Días. Cuenta la historia que en medio del sopor del mediodía, y mientras la población dormía la siesta, un gallinazo (o golero, en lenguaje costeño) se robó un bagre en la casa de esquina de la calle 5 con carrera 4, diagonal al parque, la encargada de lavar los platos de las casa del Señor Rueda para espantar al animal se le ocurrió arrojarle un tizón que, al caer sobre el techo de paja, dio inicio a la conflagración. Allí se inició le más grande incendio que haya soportado El Banco: 30 casas fueron consumidas por las llamas. El pueblo tendría entonces unas 90 a 100 casas. Esa noche, la mayoría de esas personas durmieron en la calle.
Las notas anteriores pertenecen al libro "Breves Notas Históricas de El Banco" de Miguel Caamaño Blanquicet y "El Banco ayer, hoy y siempre" del mismo autor, con la colaboración de Guillermo Barreto Vásquez, y además “Tras los pasos de Pedro Albundia”; hacia un viaje especial al pasado: El Banco Magdalena, la segunda crónica de Diego Andrés Roselli.
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