Junín es un municipio de Cundinamarca, ubicado en la Provincia del Guavio, se encuentra a 103 km de Bogotá. Antecesor del actual pueblo de Junín fue el aborigen de Chipazaque traducido debido a que esta zona compartía sus dominios entre el Zipa y el Zaque, poderosos caciques del altiplano Cundiboyacense, situado cerca a Pauso, en la parte baja de la hondonada del Valle de Gachetá. Chipazaque quiere decir la unión del Zipa y el Zaque.
Junín tiene hermosas inspecciones o pueblos como lo son (Sueva), (Claraval) y (Chuscales) los cuales tienen mucho que ofrecernos a nivel natural sus ríos, bosques, y también la amabilidad de su gente. En Claraval y Chuscales encontramos diversas especies animales, vegetales como (Chuscales) la reserva natural de Carpanta, y el puente natural de Maracaibo, (Claraval) el alto de la virgen denominado Santa Ana, hay tierras muy buenas para el pastoreo y los cultivos de papa, arveja, maíz, frijol, cultivos como tomate de árbol, mora, feijoa.
No se conoce la fecha exacta de la fundación del municipio de Junín; sin embargo algunos historiadores ubican este acontecimiento el 13 de Agosto de 1550. Antecesor del actual pueblo de Junín fue el aborigen de Chipazaque, situado cerca a Pauso, en la parte baja de la hondonada del Valle de Gachetá. Chipazaque quiere decir nuestro padre el Zaque, según Miguel Triana; o unión del Zipa y el Zaque, según Acosta Ortegón. Chipazaque se formó en torno de la Iglesia que mandó hacer el oidor Luis Enríquez el 14 de mayo de 1600 al oficial albañil Domingo Pérez.
Este territorio fue habitado por los indios Chíos, grupos Mámbita y Suraguas. Desde tiempos anteriores a la conquista los pueblos que anteriormente integraban el cacicazgo de Guatavita se encontraban subordinados políticamente al Zipa. A la llegada de los españoles, el dominio del Zipa se extendía de sur a norte desde Tibacuy, Pasca y Quetame hasta Saboyá; por el noreste llegaba hasta Chocontá, Ubaté y Fúquene; de Oeste a Este se extendía desde Facatativá, Zipacón y Tena hasta Gachalá.
Según la historia, Chipazaque, hoy Junín, hizo parte de la encomienda de don Francisco Vanegas confirmando la proximidad de los Indios Chíos a los pueblos anterioirmente mencionados.
El 24 de Marzo de 1593 llegó de visita el oidor Miguel de Ibarra quién recorrió la comarca y les adjudicó tierras de resguardo a los indígenas que habitaban el lugar.
El 14 de Mayo de 1600 el oidor Luis Enríquez contrató en Tunja a Domingo Pérez para la construcción de la Iglesia. El 15 de Febrero de 1779 cuando Junín se llamaba "Pueblo de Nuestra Señora de la Concepción de Chipazaque" había 624 indios de ellos 106 tributarios y 1.334 vecinos en 290 familias. Según el historiador Roberto Velandia, el General Tomás Cipriano de Mosquera salió por el páramo de Guasca a las tierras altas del valle de Gachetá conociendo el sitio denominado El Barzal, caserío de familias de cazadores, quedando impactado por su belleza, hecho que lo llevó a ordenar el traslado de Chipazaque a aquel sitio dándole el nombre de Junín, mediante decreto de Septiembre 27 de 1861 del Presidente del Estado de Cundinamarca, General Justo Briceño.
El 28 de agosto de 1795 tomó posesión del curato el presbítero Juan Malo. En septiembre de 1831 se erigió la parroquia de Pauso, caserío que por entonces existía independiente, la cual se extinguió en 1843 por resolución de 24 de abril de este año. Es probable que su vecindario hubiese sido anexado a la parroquia de Chipazaque. En 1861 se trasladó al sitio de "El Barzal" por decreto de 27 de septiembre del gobernador de Cundinamarca, con el nombre de Junín "Por parecerse a los gloriosos campos de Junín incaico" dice Acosta Ortegón.
Había Iglesia, de una torre, hecha por los dominicos. Su patrona era la virgen del Rosario, cuya fiesta se celebra el 6 de enero. El primer párroco de Junín fue el padre Lombana. Hacia 1945 el párroco de Junín presbítero Luis Alejandro Jiménez compró 6 fanegadas en la parte más alta del cerro, al que le dio el nombre de Ararat. Con el propósito de hacer un aeropuerto aprovechando el terraplen. Pero prefirió hacer un parque consagrado al culto católico, asesorado por el escultor Ricardo Amaya y el maestro de obra Antonio Jiménez, quienes construyeron una serie de monumentos que lo convirtieron en panteón; entre ellos están: La Entrada, Las Catacumbas de San Tarcisio, Monumento a la Virgen de la Concepción, Monumento al sacerdote, Obelisco al cabo Patricio Carrillo Beltrán, Busto al padre Luis Alfredo Jiménez, Monumento a los obreros, Bohío del Almuerzo, Alberca del Angel Rafael, Bohío de San Isidro.
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