San Benito Abad es un municipio situado en el Departamento de Sucre, en la región Caribe Colombiana. Pertenece a la subregión del San Jorge, por ser la región donde se asienta bañada por el río San Jorge. Dista 51 km de Sincelejo, la Capital Departamental, por medio de una carretera destapada y en mal estado. Es el municipio más extenso de Sucre, ocupando más del 14 % del área superficial del depratamento y en su casco urbano se asienta la basílica del Milagroso de la Villa, uno de los lugares de devoción y peregrinación más visitados de Colombia.
El Municipio de San Benito Abad abarca 1592 km² (1428 según otras mediciones), lo que lo convierte en el municipio más extenso del Departamento de Sucre, abarcando el 14,6 % de su extensión. Su Superficie la abarcan zonas bajas, especialmente pantanosas, con excepción de una pequeña región al norte, que desarrolla un paisaje de sabanas.
San Benito Abad se ubica al sur del departamento de Sucre, en la margen occidental del río San Jorge y la Ciénaga de Machado. Limita al norte con los municipios sucreños de El Roble y Galeras; al sur con el Departamento de Córdoba (Municipio de Ayapel); al Oeste con el Departamento de Córdoba (Municipio de Chinú), y los municipios sucreños de Caimito y San Marcos. Al este con el Departamento de Bolívar (Municipio de Magangué) y los municipios sucreños de Sucre y Majagual.
La mayor extensión del territorio de San Benito Abad se extiende en una llanura aluvial, drenada por los sistemas fluviales de los ríos San Jorge, Magdalena y Cauca, siendo el primero, el único que pasa por el municipio, discurriendo de sur a norte. esta extensa región se conoce como Depresión Momposina y tiene alturas que no sobrepasan los 33 msnm, lo que lo hace una zona inundable la mayor parte del año. De hecho, uno de sus corregimientos, Doña Ana, permanece inundado siete meses del año por las aguas del río San Jorge. El municipio hace a su vez, parte de la subregión del San Jorge, un valle intrincado por numerosas ciénagas como las de Machado, Doña Luisa, San Benito, Grande, Punta de Blanco, La Olaya, Tesajera, La Lata, Trementino, de Maíz, El Coco, el Toro, Mojarras, entre otras.
El Municipio presenta una abundante red hidrográfica continental, conformada por el Río San Jorge, que constituye su principal arteria fluvial, el cual atraviesa de noroeste a sureste, esto es desde la Ciénaga de Villa Nueva hasta el Caño Doña Ana, cuando las aguas de este río se desbordan alimentan a un sinnúmero de caños y ciénagas, constituyéndose en vía de comunicación con el resto de la Región de la Mojana. Entre los más importantes caños se encuentra: Caño la Villa, Porras, misalo, Rabón, Jegüita, Talumo, Caño Viejo, Caño Doña Ana, Caño San Matías, Caño Mitango, Caño Santiago. Entre los arroyos se encuentran Arroyo Grande, de Santiago, Anime, el Pital, Lobito, Dorada, Canoa, Montegrande, Pesquera y el Cedro.
El clima es tropical húmedo, con temperaturas que pueden sobrepasar los 32 °C. La flora y la fauna es variada, y la riqueza piscicola es grande.
La zona donde hoy se asienta San Benito Abad fue una región de gran producción horticultora durante el periodo precolombino, allí se asentaron los Finzenúes, quienes en el valle del Río San Jorge construyeron una red intrincada y eficiente de canales que cubrieron un área de más de 500.000 ha . Algunas investigaciones históricas demuestran que las naciones malibúes y zenúes, que se disputaban el territorio tenían un lugar de adoración llamado Tacasuán, muy cercano a la ciénagas de Machado o de San Benito, y que ahí se rendía tributo a una deidad hermafrodita llamada Ninha-Thi, a quien se le llevaban ofrendas de alimentos y en oro que los indios extraían de los caños cercanos y del río San Jorge. Se cree que el templo de Tacasuán era uno de los lugares de adoración más frecuentados por los zenúes, porque los indígenas siguieron adorando clandestinamente la deidad residente de ese templo hasta bien entrado el siglo XVIII.
Alonso de Heredia, expedicionario español, fue el primer europeo en explorar estas tierras y se cree que en su trayecto que lo llevaría a las ricas tierras de los zenúes pasó por Tacasuán, saqueando el templo dorado y en sus cercanías descubrió un río que los indígenas llamaban Xegú o Jegú, y que el bautizó como San Jorge. Se cree que esto ocurrió en el año de 1535, es más, existen investigadores que sugieren que en ese año se llevó a cabo la fundación del poblado. Pero lo cierto es que la fundación es mucho más tardía, porque la región del San Jorge fue una región muy impenetrable para los conquistadores españoles y para los funcionarios coloniales. Fue por esa razón que en el año de 1669, el entonces gobernador de la Provincia de Cartagena Don Benito de Figueroa y Barrantes, ordenó la fundación del poblado para administrar eficientemente las encomiendas del sur de la provincia de Cartagena. El emplazamiento escogido fue en el actual sitio de Carbonero, un corregimiento bajo jurisdicción del municipio de Chinú (Departamento de Córdoba).
La fundación fue confirmada el 23 de junio de 1677 por el rey de España, quién además otorgó al poblado la categoría de Villa. El nuevo poblado fue llamado San Benito Abad, en honor al santo protector del Gobernador Figueroa y Barrantes. Pocos años después, cuando Benito de Figueroa y Barrantes fue removido de su cargo de gobernador de la Provincia de Cartagena, marchó a España y allá ordenó esculpir una imagen de cristo crucificado para obsequiarla a la villa que había fundado en el Nuevo Mundo. Ordenó traer maderas oscuras del África y en La Coruña (España) se esculpió la imagen de Cristo, posiblemente por artífices de la Escuela toledana de El Grecco. La imagen fue embarcada y llevada hasta Cartagena, y de allí a San Benito Abad, camino de Mompós. La escultura llegó al pueblo en el año de 1678, y pronto se corrió el rumor de que la imagen era milagrosa. Surgiendo el culto a la Imagen Milagrosa del Cristo de la Villa, que aún subsiste y genera numerosas romerías. Comenzó en San Benito una competencia católica en contra a la imagen pagana adorada clandestinamente por los indígenas.
No obstante el emplazamiento original de San Benito Abad era un lugar desprovisto de fuentes de agua y suceptible a las sequías, razón por la cual el pueblo fue reubicado en el lugar actual, muy cercano al templo pagano de Tacasuán. Este desplazamiento tuvo lugar el 5 de noviembre de 1775 por oden de Antonio de la Torre y Miranda. Las autoridades eclesiásticas empezaron desde entonces una lucha contra la adoración a la deidad indígena en Tacasuán, y las persecuciones a los indígenas eran constantes, los indígenas respondían cambiando el lugar de erección del templo a su deidad.
La floreciente ciudad fue fundada y funcionó hasta finales de la colonia con calidad de Villa, o sea sitio de vivienda de españoles. y desde ella fueron administradas las encomiendas del sur de la Provincia de Cartagena. No Obstante el poblado nunca logró obtener un número considerable de habitantes, debido principalmente a su aislamiento con respecto a otros sitios de la Provincia y al estar asentada en una región anegadiza, inhóspita y hostil. No obstante, en el siglo XVIII, cerca del pueblo, en tierras de su jurisdicción se asentaron extensos Mayorazgos, haciendas de hasta más de 3000 hectáreas que el rey de España otorgaba a familias prestantes de la Nueva Granada. Las Familias que lograron obtener estos títulos eran los Marqueses de Santa Coa y Torre Hoyos, asentados en la rancia ciudad de Mompós e introdujeron en sus mayorazgos la ganadería bovina, origen de la gran población vacuna que hace de Sucre y Córdoba los principales Departamentos Ganaderos de Colombia.
Muy cerca de la Villa de San Benito Abad, se estableció la encomienda de Jegua, a orillas de la Ciénaga Doña Luisa, y el río San Jorge, que a finales del siglo XVIII fue erigida en Resguardo Indígena y es hoy uno de los corregimientos más populosos del municipio. A pesar del establecimiento de Mayorazgos y encomiendas indígenas, la región del San Jorge y por ende la región en la que se ubica San Benito Abad, fue muy poco explorada y la administración colonial muy poco eficiente. llegada la independencia San Benito Abad perdió su categoría de villa y su preeminencia política, aunque siguió practicándose las ya famosas romerías que giraban alrededor del cristo milagroso y en la primera mitad del siglo XIX fueron muy famosas unas ferias que allí tenían lugar, hasta donde iban comerciantes de Santander, Antioquia y el Departamento de Bolívar, a comercializar ganado bovino y equino, además de otras mercaderías, esa Feria fue muy famosa entre los años 1824 y 1853, cuando fue substituida en concurrencia por las ferias de Magangué. Fue la actividad comercial que ofrecían estas ferias las que evitaon un ocaso absoluto de la población, que prácticamente dependía de la ganadería y del comercio. En los primeros años de la República, San Benito Abad figuró como Cantón de la Provincia de Cartagena, pero ya en 1828 pasó a ser distrito del Cantón de Chinú.
A Pesar de ello, San Benito Abad y sus zonas rurales fueron escasamente pobladas hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando la ruina económica de la ciudad de Mompós, producida por un cambio en el curso del río Magdalena y la pobreza derivada de las guerras civiles, hicieron que numerosos colonos momposinos salieran de su ciudad natal y colonizaran la extensa región conocida como Depresión momposina. Allí los desposeídos momposinos fueron adueñandose de las extensas terrenos baldíos que existían en las vecindades de San Benito Abad. surgiendo así caseríos como Santiago Apóstol, y surgiendo un proceso de mestizaje en el resguardo de Jegua. Como no lo había sido nunca, la región del San Jorge fue empezando a colonizarse, si bien no de manera intensa. Ya para la década de 1860 existían en el actual territorio de San Benito Abad varios pueblos con calidad de distritos, ellos eran: San Benito Abad, Jegua y Santiago Apóstol. Es decir pueblos con más de 1000 habitantes, con derecho a alcaldes y notarios. Sin embargo estos distritos no eran totalmente autónomos y dependían de pueblos con mayor capacidad económica como Magangué, Chinú y Mompós.
Al estallar la Guerra Civil de los Mil Días entre 1899 y 1902, llegan a San Benito Abad y una nueva oleada de colonos provenientes del interior del país, pero principalmente de la ciudad de Chinú.
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