No se las da de artista ni de estrella. Ha desfilado desde los 13 años y se podría haber dedicado por completo a vivir de su belleza, pero prefirió sacar adelante su carrera como ingeniera química en la Universidad de los Andes y seguir ese gusto que tiene por las matemáticas, la física y la química.
Bonita, inteligente y de buen gusto: la priva el vallenato, sobre todo, claro, el de Carlos Vives.
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