Durante tres años, repartió su vida entre hoteles de paso, aviones y esperas eternas en los aeropuertos: de lunes a jueves, presentaba en Bogotá la sección de entretenimiento del noticiero CM&, y de viernes a domingo se devolvía a su casa en Medellín para encontrarse con su novio, con su papá consentidor y con sus siete hermanos mayores.
Un día, cansada de ver sus maletas convertidas en clóset, asumió el frío y la soledad de esa Bogotá inmensa y dejó Medellín: esa ciudad donde creció, se hizo comunicadora social y trabajó en radio, televisión, relaciones públicas y hasta confección. Entonces, dejó su vida perfecta, sus muñecas y su relación sentimental para asumir una nueva rutina en la que "todo es entretenimiento".
Después de trabajar en Caracol Radio pasó a Caracol Televisíón, donde aprendió dos cosas: la primera, a dejar los prejuicios inexplicables que algún día tuvo contra las secciones faranduleras de los noticieros, para empezar a presentarlas todas las noches. Y, la segunda, a hacer el oso en el programa Día a Día. Por eso todos los días, desde las seis de la mañana, hora en la que aparece al aire, se goza cualquier momento. No importa si está trabajando, haciendo ejercicio, bailando, comiendo, en Medellín de visita, o tratando de quitarle a la gente aquel prejuicio que ella tuvo unos años atrás.
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