7 jul 2011

Catalina Maya

Catalina Maya, la mujer 10, estuvo a un centímetro de sufrir de anorexia. "Todo el mundo me decía: qué cara tan linda pero estás un poquito pasada de kilos. No me daban ganas de comer, probaba algo cuando estaba a punto de desmayarme. Hasta que llegó la anemia'.
Era bastante rellenita. "Sólo me llamaban para hacer comerciales en los que tuviera que mostrar el rostro y esconder el cuerpo. Me volví una experta en hacerle publicidad a los jabones para la cara, maquillajes y champús".
"Tenía muchos complejos. Me vestía como una monja, con ropa que me tapara de la cabeza hasta los pies. No me ponía un vestido de baño por nada del mundo, ni si quiera en la excursión de sexto de bachillerato" .
Recuerda esa época del colegio -San José de las Vegas- con terror. En la cartelera encontraba recortes de sus fotos que sacaban de las revistas, con bigotes pintados y los gorditos resaltados. Y no fueron sólo sus compañeras de curso las que "le montaban la. perseguidora': la rectora no podía entender cómo Catalina salía de una clase de matemáticas o de religión a hacer un comercial de toallas higiénicas. "Muchas veces me soltó el ruedo de la falda y me mandó así para la casa'.
Pero lo peor, según ella, fue cuando la "descolarizaron' por ser modelo. "Me encerraron cuatro días seguidos en la biblioteca; me pusieron a leer la Biblia y las normas del colegio para que me alejara del pecado. No me dejaron graduar con mis compañeras, tuve que reclamar el cartón por ventanilla. Y eso que no había hecho, ni harta ahora -aclara- ningún desfile de ropa interior ni mucho menos un desnudo". Confiesa que hubiera preferido un colegio de monjas, sin importar que éstas sean más chapadas a la antigua.

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