La Sierra Nevada de Santa Marta, en Colombia, es un macizo montañoso que se extiende desde el mar Caribe hasta sus picos nevados –5780 metros sobre el nivel del mar. Se trata de una de las montañas costeras más altas del mundo, dándole además una gran diversidad de condiciones climáticas y ecológicas. La Sierra Nevada hace parte de los departamentos del Magdalena, la Guajira y el César.
El Parque Arqueológico de Ciudad Perdida está ubicado sobre la cara norte de la Sierra Nevada de Santa Marta en la parte alta de la cuenca del río Buritaca, entre los novecientos y los mil doscientos metros sobre el nivel del mar.
Entre los veintiséis sitios arqueológicos encontrados hasta ahora en la cuenca del río Buritaca, Ciudad Perdida parece haber sido el más extenso, importante y monumental de todos, por lo que se asume ésta era la sede del poder político de los poblados ubicados en la parte alta de la cuenca. En la arquitectura “tairona” resalta el uso del círculo como elemento formal, los espacios abiertos entre construcciones y el manejo contante de la circulación y el movimiento en los poblados. Esto también se puede observar en la extensa red de caminos, escaleras y andenes internos que guían la circulación de un asentamiento como Ciudad Perdida.
El parque, y en general la Sierra Nevada de Santa Marta, destaca por la particularidad de sus paisajes, ecosistemas y biodiversidad. De acuerdo con estas características, la Sierra fue declarada Reserva de la Biósfera de la Humanidad por la UNESCO en 1979.
El significado que tiene la Sierra como “sitio sagrado” para los pueblos indígenas que la habitan hoy, la importancia de los entornos biodiversos que allí se encuentran, y el carácter excepcional de los vestigios arqueológicos de Teyuna, han llevado a que se contemple la posibilidad de candidatizar el parque para que sea incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Algunos arqueólogos estiman que en el siglo XVI Teyuna pudo haber tenido entre mil quinientos y dos mil habitantes. Hace algunos años se estimaba que la construcción del poblado databa de alrededor del año 1000 d.C. Sin embargo, la investigación más reciente realizada en el Parque encontró que las zonas de vivienda más antiguas son aproximadamente de 650 d.C. y que estuvieron ocupadas hasta por lo menos 1100 ó 1200 d.C.
Aunque es usual referirse a toda esta población con el término “tairona”, la organización social y política que encontraron los españoles en la región a comienzos del siglo XVI era verdaderamente compleja. Si bien parece haber existido cierta unidad lingüística, y la arquitectura en piedra y la cultura material compartida sugieren un alto grado de unificación sociocultural, los poblados, agrupados de distintas maneras, funcionaban como unidades políticas independientes unas de otras.
En general, el siglo XVI se caracterizó por intensos periodos de conflicto seguidos de años de calma y restablecimiento de relaciones de intercambio entre indígenas y españoles. A pesar del despliegue de fuerza, los colonos españoles nunca lograron establecer pueblos permanentes en la Sierra ni dominar su población.
El lento pero progresivo abandono de los grandes poblados y aldeas “tairona” a lo largo del siglo XVI probablemente obedeció a múltiples factores que incidieron de manera importante sobre la población indígena. Además de los constantes conflictos, tanto internos como con los colonos españoles, la introducción de nuevas enfermedades, por ejemplo el tifo, la gripe, la influenza y la viruela a principios del siglo XVI ocasionó epidemias cíclicas que diezmaron la población.
En la actualidad los pueblos indígenas Kogi, Arhuaco, Wiwa y Kankuamo, habitantes de la Sierra Nevada de Santa Marta, reivindican su derecho sobre este territorio como descendientes de las poblaciones que lo habitaron en tiempos pasados. La relación de estos cuatro pueblos con el Parque Arqueológico Teyuna, creado en 1980, ha estado mediada principalmente por dos elementos. En primer lugar, el carácter sagrado que tiene el sitio para estas comunidades, como parte de la “línea negra”, una amplia red de lugares sagrados que se conectan entre sí espiritualmente, delimitando e integrando la totalidad del territorio ancestral. En segundo lugar, el solapamiento del parque arqueológico con el resguardo Kogui- Malayo(Wiwa)-Arhuaco, reconocido legalmente en 1980, y con una parte del Parque Nacional Natural Tayrona, creado en 1977.
Esta condición múltiple del parque, donde convergen grupos, autoridades y organizaciones indígenas, entes internacionales como la UNESCO, representantes de Parques Nacionales Naturales, el ICANH, el Ministerio de Cultura y otros organismos estatales, ha hecho indispensable crear espacios de diálogo para discutir temas centrales y aunar esfuerzos para asegurar la protección del sitio a partir de la participación de los diferentes actores involucrados.
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